En nuestro trabajo acompañando a ejecutivos en el proceso de desarrollar sus proyectos de independencia o sus habilidades de liderazgo, a menudo reflexionamos acerca de lo que significa el éxito para cada uno.
Y aunque es común encontrar elementos que hablan de altos ingresos, estatus, bienestar material y reconocimiento, es reconfortante ver que cada vez más se incluyen definiciones como disfrute, impacto y sentido de propósito.
Los fundadores de Growth Factory somos parte de una generación a la que fue inculcada una idea de éxito cuya definición pasaba por lo material antes que por lo espiritual. Por la productividad antes que por el disfrute. Y por el reconocimiento antes que por el sentido de propósito. Y cuando al sentir que a pesar de haber alcanzado todos los ingredientes de esa “receta” persiste un sentimiento de insatisfacción, es fácil cambiar la definición de éxito hacia el otro lado del espectro, enfocándonos sólo en disfrute y tranquilidad.
De acuerdo con el modelo que hemos desarrollado para acompañar estos procesos, lo anterior es un error, generado por una visión binaria del asunto.
Incorporar una nueva definición de éxito, en la que tan importante como el disfrute, sea la generación de riqueza; tan clave como tener un propósito noble, sea el obtener reconocimiento en lo que se hace y que obedezca a las convicciones personales por encima de las convenciones culturales, es la única manera de encontrar una actividad que nos llene de plenitud y prosperidad.
Quizá sea el momento de aprender de la visión descontaminada de los jóvenes y su actitud hacia la búsqueda del éxito en su actividad productiva: Buscar disfrute y significado además de rentabilidad.
Haber dado el paso a hacer empresa tras carreras corporativa de largos años nos permite hablar desde la experiencia. El modelo que hemos desarrollado está pensado como un paso a paso fácil de seguir aún si estás trabajando.